La energía de tu cuerpo me distrae
el alimento de tu boca me atrae
las venas en tu mirada son como las arrugas
en la palma de mi mano
siento que me pertenecen.

Porque no vienes a dormir a mi lado
y hablamos mientras degustamos
este corazón quemado.

Daniel

“No hay nada entre tú y yo, la música me lo dice”.

“Escucha”, le digo a la chica en la cama. Entre tú y yo no hay nada, sólo te quiero porque eres bella y tu mente es brillante, pero nada más. Deja de hacerte tantas ilusiones, no quiero formar parte de tu teatro vital, tu vida me da igual, tu existencia me resulta repugnante.

Deberías estar en un museo, dentro de una vitrina, conservada en resina y miel. Pero estás aquí. Tu cuerpo y tu mente están aquí conmigo, realizando el acto más animal.

Por eso no te quiero, porque deberías proteger tu cuerpo contra todo y criogenizarte ahora mismo, en este instante, para que los extraterrestres puedan apreciar, cuando todo se acabe y ellos vengan a remover los escombros, la belleza que habitó en este mundo y que en algún momento se perdió.

Su tecnología y sus ganas de verte en movimiento les hará devolverte a la vida, intacta, y de ti podrá surgir la siguiente generación de seres humanos que habitarán la tierra, y que surgirán de tu mente y de tu cuerpo como bellos e inteligentes seres que dominarán el universo.

Pero no, sin embargo, tú estás aquí conmigo. Eres una irresponsable, porque nuestros hijos, los de la humanidad, tendrán rastros de mí, un ser feo e imperfecto, de inteligencia limitada y cuya estirpe corre el peligro de seguir destruyendo la Tierra, en vez de aprender a cuidarla.

Deberías estar buscando un ser superior al que atraer con tu feminidad, un hombre guapo, inteligente, ingeniero, científico o intelectual, que pudiera darte unos hijos capaces de resolver los problemas tan complejos de este mundo.

Pero no. El animal impuro que llevas dentro te ha traído hasta mí. Un artista despojado de todo contacto con el resto del mundo, que no entiende a los humanos ni sus actos, que no sabe qué hacer para que le quieran y le paguen por escribir o pintar o lo que sea. A mí has tenido que venir. Pero tengo malas noticias.

Aquí vas a quedarte, porque no te dejaré marchar hasta que no me dejes besar todos los rincones de tu cuerpo. Ahora que ya estás aquí, entre mis sábanas, te deseo para siempre, para mí, sólo para mí, como un cangrejo que ha encontrado un nuevo caparazón en el que seguir creciendo. Te quiero aquí, para que me hagas crecer, y convertirme en ángel, como tú, pese a mi fealdad y mis taras, pese a mi estupidez y mis dudas sobre mi propia existencia, quiero que me ayudes a conversar con Dios. Y quiero tener tu cuerpo cerca del mío en todo momento, quiero que nos atemos durante la noche para que pueda dormir tranquilo sabiendo que no te marcharás.

Ven aquí, acércate más, hasta que mis ojos no puedan verte. Quiero hacerte escuchar el susurro tu sangre, quiero recorrer tu cuerpo con mi lengua, quiero pintarte desde todos los ángulos posibles, quiero entretener tus senos entre mis manos, medirlos con regla, calcular su peso y su densidad, comprender sus óvalos y sus circunferencias.

Quiero convertirme en tu Adán, y me da igual la humanidad. Fuiste tú la que cometió el error de venir aquí, ahora nadie me puede pedir que yo sea responsable, y te deje partir. Ya es tarde para eso, el mundo debe buscarse a otra Eva que conservar para el futuro. Ven aquí cariño, déjame abrazarte hasta perder la memoria, hasta quedarme sin respiración al tratar de impedir que mi dióxido de carbono roce la piel suave de tu espalda.

Déjame abrazarte cariño, que ya pronto me dormiré para siempre, y tu cuerpo podrá ir a seducir a otros hombres, más guapos y más altos y más esbeltos que yo, con una mente y una mirada menos cansadas. Ven, cariño, déjame abrazarte, déjame pensar que te tengo de forma absoluta porque este es el único momento que existe, y el único en el que quiero vivir para siempre. FIN

Daniel Alonso Viña